Seguro has escuchado o has dicho cualquiera de estas frases: “¡Es que no me quiere como yo lo quiero a él”, “Nadie lo va a querer como yo lo quiero”, “Es que si tan solo me quisiera como yo lo quiero…”
Damos por hecho que la forma que nosotras tenemos de amar es la única que es válida y que si los demás no nos quieren bajo nuestros parámetros entonces definitivamente no nos quieren!
Somos absolutas cuando se trata de definir el amor. Tiene que ser a nuestra manera; tiene que ser bajo nuestros términos y para colmo, nos decimos que somos mujeres “empoderadas” porque reclamamos y demandamos que el amor se parezca a lo que nosotras hemos decidido.
¡Terrible combinación!
Para empezar, ser una mujer empoderada no tiene nada que ver con andar imponiendo nuestra sagrada voluntad a diestra y siniestra y decirle a los demás cómo nos tienen que querer, a qué hora y de qué manera. No tiene nada que ver.
Ser una mujer empoderada en el amor es primero que nada, una mujer que se ama a sí misma y que sabe por lo tanto, que no requiere de nada más que de ella, de su propio poder: eso de dárselas de luchona, guerrera y demás, está buenísimo para la broma pero en la vida real solo demuestra un corazón ávido de amor que reclama a gritos que lo quieran.
Cuando realmente te empoderas, entendemos dos cosas: una, que no necesitas del reforzamiento exterior ni imponer tus reglas. Al conocer tu verdadero valor ya no tienes que imponer nada, actúas desde la humildad y desde la consciencia (puedes escuchar el episodio 10 de Un Podcast para hadas para ahondar en el tema)
Pero lo que es realmente importante es que aprendes y entiendes que cada quien ama a su manera.
El hecho de que tu pareja, tus padres o tus hijos no respondan de la forma exacta en que tú estás esperando que lo hagan no quiere decir que no te amen. Simplemente aprendieron a querer de una forma diferente o su forma de expresar el amor es diferente aunque se les haya enseñado de la misma manera.
Hay personas para las que amar es tocar… abrazan, acarician, miran a la persona que aman y necesitan ese contacto físico para sentirse plenas. Para otras, lo que hace que el amor se manifieste son las palabras, para otras los regalos, para otras más las acciones de servicio o el tiempo que se le dedica a las personas. Pero si tú eres una persona que necesita tocar a los demás pero tu pareja no lo es, no puedes decir que no te ama porque no lo demuestra de la misma forma que tú lo haces.
Por ejemplo, a mi me gusta hacer cosas por la gente que amo; llevarlos a hacer diligencias, ayudarles con cosas, proveerles bienestar, pero no soy una persona que sea particularmente fan del tacto. Sin embargo, mi hija si lo es, así que mi labor es mediar entre lo que para mi es una muestra de cariño y lo que es para ella. Ella necesita que yo la abrace así que lo hago aunque yo no sea una persona que de tantos abrazos.
¿Te das cuenta de que entonces a lo mejor estás reclamando algo que no está pasando? A lo mejor, la otra persona sí te quiere pero como no hace lo que tú esperas o no coincide con tu forma de expresar amor, entonces piensas que no te quiere.
Identificar la forma de amar de cada persona solo requiere mucha observación. Lo que necesitas es estar atenta en la forma en que la otra persona suele demostrar su cariño.
Se paciente y evita reclamar durante tu observación ¿Cómo es que dedica su tiempo ante las personas que son importantes para él o ella? El contacto con los padres es un gran lugar para identificar la forma de amar de cada quién ¿Cómo trata a sus papás, los abraza y besa o simplemente se sienta a platicar o a ver la televisión con ellos? ¿Es una persona comprometida y se preocupa por ayudarles en sus trámites o bien, prefiere comprarles regalos y cosas materiales para que no les falte nada?
Cuando descubres la forma en que los demás, y tú misma, aman y la forma en que demuestran ese amor se acaban los reclamos y los dramas. Entender que todos amamos diferentes es una de las muchas llaves del empoderamiento real y no de ese que necesita gritar.
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