divorciHADAS

"Lo único que estaba mal en mi, era la creencia de que había algo mal en mi" -Glennon Doyle-

 

Una hoja en blanco, ya sea de la computadora o de una libreta. Muchas ideas se agolpan en mi cabeza, se que quiero escribir de todo y de nada, pero por más que lo intento, no puedo organizar ni una línea bien escrita.

 

Ese mismo día,  mi cabello es un desastre… después de muchos años de no aceptar que mi cabello era rizado, por fin lo hice, es más amo que sea rizado, pero frente a mi hoja en blanco, el cabello que tanto quiero solo está ahí, haciendo bulto como si tuviera vida propia y no es rizado ni liso, ni nada… es una cosa amorfa.

 

También siento algo de incomodidad en el cuerpo, no es un dolor… es algo que de repente me hace notar más mi cabeza y luego baja al estómago, luego sube a la garganta…. y aterriza en mis piernas. No me duele nada, pero no siento que este cuerpo me vaya a responder si tengo que salir corriendo.

 

Me recuesto… a lo mejor estoy cansada. No puedo recordar si soñé algo la noche anterior. A veces cuando sueño sé que dormí bien, pero no siempre pasa… no recuerdo nada. Pero tampoco es que desee dormir ahora, solo quiero salir de este lugar, de esta cama que tanto quiero… Quiero un masaje, una tarde sola, descansar, meditar… algo, no sé qué, pero estar aquí no se siente bien.

 

Esos días raros en que no conecto con nadie (ni con mi propio cuerpo) no tienen una periodicidad establecida, a veces vienen en medio de una buena racha de energía, aparecen de la nada y se instalan… Al menos es un día, pero hay veces que dura más… 

 

Esos días trato de meditar, de rezar y simplemente no puedo…

 

No quiero hacer ejercicio, no me apetece tomar agua, no quiero ni moverme… es más, parece que las horas que tengo que pasar despierta pasaran lentas, lentas… todo parece correr en un ritmo completamente diferente.

 

No me reconozco en el espejo (menos con ese animal vivo en mi cabeza que es  mi cabello),  pero hay algo que sí está ahí en medio de todo ese relajo que soy en esos días raros.

 

Estoy yo.

 

Esa es mi gran lección de los días raros. Descubro una nueva versión de mi, una que no me gusta, pero que tiene también permiso de aparecer de repente porque es la que me ayuda a ajustar algunas pequeñas cosas y que también me anima a veces, aunque parezca una amargada, a probar cosas nuevas.

 

Porque sí, en esos días raros donde lo cotidiano no resulta agradable y lo agradable se vuelve incómodo, es el momento de abrirse a nuevas posibilidades. A probar algo que no has hecho, a buscar alternativas para sentirte mejor, a hacer cambios.

 

Abrazar la incomodidad es lo que nos mueve a cosas diferentes.... si siempre estamos tranquilas, cómodas, relajadas y disfrutando no tendríamos necesidad de viajar a nuestro interior y conocernos más.

 

Los días raros son una bendición para todos, por supuesto que no se sienten así, pero lo son. Nos dan perspectiva de lo que estamos haciendo…esa aparente negatividad nos permite evaluar los hechos desde un punto de vista diferente, uno que no va a adornar las cosas ni va a disminuir o aumentar sus atributos por consecuencia de las emociones en exceso optimistas. 

 

Cuando podemos quitar las emociones de los hechos, los podemos trascender, porque siempre será más fácil trabajar con hechos que con emociones (y conste que soy fanática de estas, pero también sé que a veces dan mucha lata cuando queremos gestionarlas)

 

Los días raros tienen valor, aunque no se sienta así y queramos movernos de ellos lo más rápido posible. Son aquellos momentos en los que tenemos la maravillosa oportunidad de dejar de conectar con lo exterior para ir hacia adentro… sentir nuestro cuerpo que se siente ajeno y lejano pero que se deja explorar. Es la oportunidad de estar aquí y ahora con nuestra verdadera esencia y con nuestra presencia en el mundo.

 

Podemos identificar con qué partes de nuestro cuerpo aún no nos hemos reconciliado al 100%, con qué pensamientos aún seguimos batallando y cuál es la emoción que más nos cuesta trabajar. 

 

Observa con detalle dónde el cuerpo se siente más incómodo, cuál es esa parte que se siente más extraña… ¿es tu estómago, tu cabeza, tu cara, tus piernas?, ¿qué se siente y cómo se siente?, ¿hay dolor, hormigueo o alguna sensación que no puedas identificar? Y después con inmensa calma y respeto, dejar que esa incomodidad nos indique qué es lo que quiere hacer… ¿quiere que vayamos al médico o que dejemos pasar ese momento?

 

Deja que tu cuerpo se sienta raro, deja que tu mente se sienta rara… a veces no eres tú.... es perfectamente normal que nuestra energía varíe de un día a otro y que incluso nos sintamos totalmente drenadas.

 

Esos días en que no conectas con nada, aprovechalos para conectar contigo. A lo mejor no lo logras, pero hacer el esfuerzo por saber que sientes en cada momento del día puede darte información sobre ti misma, o puede ser que por estar abierta a las posibilidades, la vida te mande señales de maneras inesperadas y te sorprende gratamente.

 

 

 

 

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