Leía en un grupo de facebook a una chica que pedía ayuda sobre la relación con su exmarido… la relación había terminado y aunque no fue un final dramático, ella decidió alejarse de él para sanar. Sin embargo, algún tiempo después, él la busco, le dijo que la extrañaba, que aún la quería y que quería tener relaciones con ella… cuando ella lo cuestionó, él solo le dijo que no era necesario que fueran una pareja para acostarse… Ella estaba muy confundida.
Creo que esta historia no es para nada desconocida para muchas divorciHADAS. La relación concluye pero el deseo físico no y entonces nos llenamos de dudas… ¿A quién debo hacerle caso? ¿A la persona que me pide algo, a mis amigas, a mis familiares, a mi comunidad, a facebook?
La verdad es que no solo nos pasa con nuestras ex parejas… en muchas situaciones de nuestra vida, preferimos buscar consejo externo que ponernos a pensar qué es lo que realmente yo quiero para mi.
Nos interesa tanto la valoración exterior y estamos tan acostumbradas a tomar decisiones con base en lo que nos dicen los demás, que pocas veces hacemos un alto para ver qué es lo que yo necesito, lo que es bueno para mi.
¿Por qué nos cuesta tanto trabajo escuchar nuestra intuición?
No está mal compartir lo que nos pasa, no está mal buscar la empatía, pero muchas veces cuando pedimos consejo en casos como el del ejemplo del inicio, ya sabemos la respuesta que queremos escuchar. Hay algo que nuestra alma nos está diciendo y buscamos reafirmar esa voz o por otro lado, callarla.
Esta dicotomía es muy confusa. A veces queremos que la vox populi nos diga que en realidad debemos hacer algo en contra de lo que ya sabemos que es mejor para nosotras: si debemos aceptar esa relación sin compromiso o ese negocio cuestionable o participar en ese evento al que no queremos ir.
En estos casos, cuando decidimos hacer caso a los demás, nos resulta más fácil transferir la responsabilidad de las consecuencias al exterior. Ese “es que yo no quería pero…” nos ayuda mucho a “liberarnos” -por así decirlo- de los resultados…
Esa posición de víctima es justamente la que deberíamos evitar a toda costa, porque cuando caemos en ella, no podemos tomar las riendas de nuestra vida. Somos como un barquito de papel en la marea… vamos y venimos al ritmo que los demás nos marcan y abandonamos nuestra vida a la posibilidad de cambio, de crecimiento y de evolución.
Cuando asumimos esta postura nos alejamos completamente de nuestra esencia y perdemos comunicación con el ser más importante del universo para cada una de nosotras, nosotras mismas.
Dejar la responsabilidad de nuestras acciones a los demás, nos cierra a nuestra voz interior… esa que tenemos todas y que no siempre escuchamos (me atrevería a decir que casi nunca escuchamos). Me parece que no hay cosa más triste en el mundo que no escucharnos a nosotras mismas.
Cuando te duele algo y no vas al médico, cuando no cuidas de tu cuerpo, cuando no te procuras pequeñas cosas que te gustan como tomar un café en calma, salir con tus amigas, leer un libro o hacerte un lindo manicure, hay algo que no está operando de la mejor manera. Es una alarma que te indica que estás perdiendo el foco de lo que realmente te hace feliz a ti y que lo estás cambiando hacia otro lado…. Lo mejor que podrías hacer en estas situaciones es empezar a preguntarte ¿Qué es lo que necesito?
Cuando te preguntas ¿qué es lo que necesito? al inicio te va a costar trabajo diferenciar entre lo que quieres y lo que necesitas. Por ejemplo, puede ser que puedas pensar que necesitas tener sexo con tu ex para “recordarle” los buenos momentos, pero lo que está debajo de ello es solo apego y una necesidad de reforzar tu valor…. Lo que realmente necesitas es reforzar tu valor a través de ti misma, ponerte en una posición mejor, donde las decisiones que tomes sean las que realmente te convienen.
Lo que necesito no es lo que quiero… Lo que necesito es lo que va a hacer a mi alma sonreír. La diferencia entre ellas es que lo que necesitas te va a dar satisfacción a largo plazo. No se trata de un momento de placer fugaz, se trata de felicidad verdadera. Porque sí, puede que estar una noche más con tu ex sea muy tentador, pero ¿qué sentirás la mañana siguiente, cómo vas a manejar la falta de compromiso? No estoy diciendo que es lo que debes hacer… te estoy diciendo que debes poner atención en la forma en que vas a manejar las consecuencias de esos actos.
Mucha gente tiene sexo casual y lo sabe manejar, mucha gente come sin remordimientos, mucha gente viaja sola y deja a los hijos encargados… nada está bien o está mal… lo que está bien o mal es que no puedas hacerte responsable de las consecuencias. Y esas consecuencias las sabe tu alma, tienes que escucharla para comprenderlas antes de tomar una decisión que te pueda perjudicar.
Esa vocecita está ahí todo el tiempo… está susurrandonos el camino que debemos elegir; nos dice que es lo que nos conviene y lo que no; pero cuando decidimos ignorarla buscando la aprobación de un deseo, en lugar de escuchar lo que realmente nuestra alma necesita, podemos perder esta conexión con la intuición .
Sin embargo, esta voz va a seguir ahí, te va a gritar cada día con más fuerza, se va a volver incómoda, te puede generar incluso ansiedad o depresión, pero nunca se va…. la intuición te va dar mucha lata y te va a decir que algo de lo que está sucediendo, no está bien… ¿Se te hace conocida esta situación?
No esperes a que tu intuición te grite a través de una enfermedad que estás en un camino que no te conviene… siente tu cuerpo, fíjate cómo se comporta, como se contrae o se expande ante ciertas situaciones y hazle caso. nadie mejor que tú misma para saber qué es lo mejor para ti.
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