Cuando mi vida empezó a ir mejor me di cuenta de que le contestaba a la gente que lo hacía notar “Si, gracias, ya me lo merecía” o algo por el estilo. E incluso hace unos días le dije a alguien que hizo un pequeño gesto por mi “gracias, aunque no se si me lo merezco” y de repente… me cayó como un balde de agua en la cabeza.
¿Por qué dije “no sé si me lo merezco”?, ¿Cómo está eso de que “ya me lo merecía”? ¿Cómo es posible que pensemos que sólo después de cierto tiempo o de ciertas pruebas podemos acceder a las recompensas de la vida? A mi me pasa muy seguido, no se si a ti también.
No hay nada que condicione las cosas que podemos recibir en el mundo más que esa mentalidad de no merecer. Cuando creemos que no nos merecemos las cosas, las empezamos a bloquear.
Al nacer, tenemos ya ganadas todas las recompensas del universo, no necesitamos que pase nada más o que tengamos que llevar a cabo algún tipo de acción para ganarnos un “premio”. No hay ningún lugar que diga que solo podemos ser felices después de pagar ciertas cosas o de cumplir con ciertos retos o requisitos. No es así, en ningún momento y en ningún lugar está escrito que sólo a través del dolor y del sufrimiento es como podremos tener acceso a ciertos beneficios.
Si, es bien cierto también que las experiencias dolorosas y el trauma son caminos para la sanación y el bienestar, no están condicionadas las unas a las otras… para recibir lo bueno, no necesariamente tenemos que “pagar” una cuota de dolor o sufrimiento… cuando creemos que no nos merecemos algo, estamos viviendo desde un lugar de carencia que puede llevarnos a un sendero peligroso de convertirnos en víctima.
Creo que voy a decir algo que no le gustaría leer a mis padres… pero bueno, así lo creo…
Cuando en la biblia, Jesús nos dijo “Él que quiera estar conmigo, que tome su cruz y me siga” en ningún momento hizo referencia a que había que sufrir para merecer… no hay ningún mensaje ahí que diga que no tenemos derecho a merecer desde que nacemos… al contrario… existen muchísimos mensajes por todas las Escrituras que dicen que Dios quiere darnos a manos llenas, que quiere darnos su amor y todo lo que esto implica. El tomar la cruz es afrontar los problemas que se nos presentan, pero no tiene nada que ver con el merecimiento y muy frecuentemente confundimos el hecho de tomar nuestra “cruz” o afrontar estos problemas con tener el derecho a recibir los milagros y dones que Dios tiene para nosotras.
Si somos hijos de Dios, o somos polvo de estrellas como dice Carl Sagan, eso quiere decir que formamos parte de un universo infinitamente generoso e ilimitado. Cuando eres hijo de alguien compartes su herencia, cuando eres parte de algo, no puedes separarte. Entonces, sea que creas en un poder superior o no, es un hecho que eres parte ya de un universo generoso que tiene a tu disposición lo que necesitas.
Solo que no creemos que así sea.
Se nos enseñó a que tenemos que pagar por lo que recibimos, o incluso que si nosotras tenemos algo, es porque se lo estamos “quitando” a alguien, y se nos impregna en el ADN. No nos sentimos capaces de recibir porque creemos que eso se le quita a alguien más.
Si eres mamá te puede servir este ejemplo: Cuando tienes más de un hijo, la llegada del segundo o el tercero no hace que ames menos al primero. Probablemente tu atención cambie un poco o las actividades que hacías, pero el sentimiento no cambia. De hecho, te das cuenta de que no tenías la capacidad de amar tanto. El amor es algo que crece exponencialmente cuando tienes hijos… no es que tengas una cantidad de amor racionada en tu cuerpo y que se tenga que repartir entre ellos, o entre las personas que te rodean, al contrario. Entre más amor das, no solo a tus hijos, sino también a tus amigos, a tu pareja, a tu familia, sientes más amor para dar… no hay límites.
De la misma manera actúa el amor de Dios o la prosperidad del Universo. Es ilimitada… no se agota cada vez que nace alguien o que alguna persona recibe más que otra.
Si, también soy consciente de las muchísimas desigualdades que existen en el mundo, pero eso es una responsabilidad compartida. No tiene que ver contigo o con lo que puedas recibir “de más”... de hecho, no hay nada “de más” que puedas obtener, todo es perfecto, exacto y preciso para ti.
Por eso, cada vez que pensamos en que le quitamos algo a alguien, que no nos lo hemos ganado lo suficiente o bien, que no lo merecemos, le estamos gritando al universo que no lo queremos.
Tenemos que estar abiertas a dar y recibir y ahí es donde sucede la magia, ahí justo, cuando nos abrimos a las experiencias nuevas, cuando “dejamos de pagar” cuentas que no nos corresponden, es justo en ese momento cuando la abundancia comienza a manifestarse en nuestras vidas.
Si estás dando algo al mundo: Tu trabajo, tu luz, tu amor, tu interés, este tiene que regresar a ti de manera abundante, pero aguas, no siempre regresa como queremos… regresa como LO NECESITAMOS. Es decir, si buscas dar dinero a alguna causa para que alguien te de dinero a ti cuando lo quieras, entonces tu intención no será tomada en cuenta…. Si tú amas a una persona esperando que te ame de vuelta de la misma forma o con las mismas acciones que tú lo demuestras, entonces estás actuando desde el egoísmo y no desde la verdadera pureza de corazón.
Te mereces todo, cierto, pero el universo sabrá cómo darte ese todo. Lo que tienes que hacer es confiar en que ya lo tienes todo, suelta el resultado, no esperes que pase tal cual lo quieres… solo pídele al universo que te lo mande lo que te mereces y mantente confiada en que las cosas llegarán justamente como tu alma lo necesita.
Te mereces todo, siempre, sin condiciones.
Confía en que así es.
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