¿Has ido alguna vez a un velorio? Probablemente si.
Los velorios son experiencias raras… muy raras. Por un lado, estás despidiendo a alguien querido o acompañas a un ser querido a despedir a alguien de este plano y ese es un proceso difícil de asimilar.
No se nos enseña a decir adiós y tampoco estamos preparados para afrontar la partida de los seres queridos. Luchamos con la idea de que la gente se vaya y quisiéramos perpetuar su vida, para no sentir el dolor de su ausencia. Pero también en los velorios se cuentan los mejores chistes y las mejores anécdotas.
Yo recuerdo muchísimo dos velorios: El primero fue el de mi abuela materna… primero que nada porque era la cuarta persona importante en mi vida que tenía que despedir en menos de tres meses en el mismo año. Odio 1993 con toda mi alma porque se llevó a mi padrino, a mi tío y a mis dos abuelas, todo esto de enero a mayo.
Tenía 19 años y nunca había perdido a gente cercana… fue avasallante, confuso, doloroso, horrible. Pero aún con todo eso, lo que más recuerdo del velorio de mi abuela es ver a mi mamá con todas sus primas y su hermana riendo como niñas en un momento. Así son ellas y así serán. Estaban en una esquina de la cafetería contando alguna anécdota y todas explotaron en una carcajada estruendosa y mágica.
Yo creo que ese fue el momento en que dejaron ir su dolor al saber que no estaban solas y honraron la vida de mi abuela que también tenía esas explosiones de risa.
El segundo velorio que nunca olvidaré fue en la pandemia de 2020. Falleció el esposo de mi prima por un cáncer fulminante y, debido a todas las medidas de prevención por el covid, solamente éramos 7 u 8 personas en la sala. Nunca había sentido algo tan desolador en mi vida, ni en mis momentos más tristes posteriores a mi divorcio. Fue devastador.
En esos momentos en los que mi prima necesitaba abrazos, amor, un chiste que le sacara una sonrisa forzada, que le hiciera olvidar el infierno que estaba viviendo, no estábamos más que su compadre y yo. Sin embargo, ella dijo algo que me llenó el corazón y fue “Nosotros estamos del lado de la vida y honraremos su vida siempre”. El mismo pensamiento que yo tuve al ver la carcajada de mis tías y mi mamá en un velorio que había pasado más de treinta años atrás.
Honraremos la vida.
Yo lo que vi en ese momento fue una mujer llena de dolor que estaba decidiendo hacer de esa experiencia algo valioso. Estaba decidiendo no brincarse ningún paso de su proceso de enfrentar esta nueva realidad, de saberse poseedora de un nuevo camino. Esa es una declaración de guerra, si me lo permiten.
Escuché en una serie decir alguna vez a unas mujeres divorciadas mientras platicaban: “el peor momento es cuando te das cuenta que ahora lo tienes que hacer todo tú sola, que es tu responsabilidad”...
Así nos pasa con la muerte, con el divorcio, con las pérdidas… el peor momento es darte cuenta que todo cambió, pero el mejor momento es darte cuenta que todo esto tendrá un propósito… ¿Cuál? Eso no lo podrás saber hasta que se cumpla.... no puedes brincar ningún paso del proceso porque en el momento que quieres evitar el dolor, te pierdes la maravillosa y absolutamente grandiosa posibilidad de transformarte.
Cuando te quedas aferrada a lo que pasó, a lo que pudo ser, se te adormecen los sentimientos y sufres porque no vas a lograr alcanzar nunca lo que deseas. Pero cuando decides atravesar ese dolor y aprender de él, la respuesta de la vida es esa carcajada sonora y envolvente que volverá a llenar tu alma.
Honraremos la vida.
Lo haremos cuando entendamos que dejar partir es lo más natural del mundo, que todo nace, crece y muere. Que la gente no nos dura para siempre y que sobre todas las cosas, es mejor valorar el poco tiempo que estuvo con nosotros esa persona que no haberla tenido nunca en nuestra vida.
Ella se quedó sin su esposo, su hija sin padre, su suegra sin hijo… pero solo ella tuvo las agallas para enfrentar esto de una manera valiente y, te aseguro, prometedora.
Démosle significado a nuestro dolor liberando a la gente de nuestras expectativas, pero sobre todo, liberándonos de las cadenas de historias que no fueron y que no serán y démonos cuenta a tiempo (no como las mujeres de la serie) que TODO, SIEMPRE, ha sido nuestra responsabilidad y que tenemos que hacer las cosas solas, porque la verdad es que, a veces estando acompañadas, lo hemos hecho solas.
Honraremos la vida.
Lo haremos siempre que queramos salir adelante atravesando el dolor, la tristeza y todos esos pensamientos que nos sabotean. Así, solo así, le daremos un sentido al dolor y podremos reír siempre.
Para mi la extraña experiencia de ese velorio me acercó más a mi prima, pero también me enseñó a valorar a la gente que amo SABIENDO que no son para siempre, que un día se irán y que la única forma en que puedo hacer honor a su permanencia en mi camino es dejándolos ir cuando sea el momento, pero también utilizando ese dolor en mi para ser una mejor persona y una mujer más cercana con los que aún están cerca.
PAG-