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"Lo único que estaba mal en mi, era la creencia de que había algo mal en mi" -Glennon Doyle-

Creo firmemente que la parte más difícil de ser un ser humano (o lo que es lo mismo, un ser espiritual que está viviendo una experiencia física) es cuando se nos rompe el corazón. 

 

Nuestro corazón se puede romper por muchas causas: una ruptura amorosa, la pérdida de un empleo, el fallecimiento de alguien amado, en fin… las razones son muchas aunque generalmente se asocia con una separación amorosa porque el corazón es el símbolo del amor.

 

Recuerdo perfectamente la primera vez que se rompió mi corazón relacionado con el amor… de hecho, tengo una larga lista de momentos en los que mi corazón se rompió pero la primera duró lo mismo que duró mi relación con esa persona… casi dos años!! 

 

Nadie te dice que cuando te enamoras por primera vez, estás parado en una cuerda floja donde todo parece venirse abajo en cualquier momento… en especial para aquellas personas que, como yo, sufrimos de una autoestima bastante lastimada. Esa zozobra de no saber que pasará al día siguiente, de no saber si estás en el camino correcto, si haces las cosas bien o no para que tu relación florezca y siga creciendo.

 

Pues sí, mi primer “novio formal” me trajo dos años de incertidumbre y un corazón que no aguantó estar roto por más tiempo y por eso terminé la relación. Porque sabía en el fondo de mi alma que algo no estaba bien aunque todo pareciera miel sobre hojuelas. Nadie puede creerlo, pero durante ese tiempo yo di mucho y recibí mucho, pero también hubo comentarios sobre otras chicas que le parecían atractivas y que me hicieron mucho daño.

 

Al salir de ahí, me tomé un largo rato (o la vida me lo dio, no sé… de todas formas eso del ligue no es lo mio). Llegó la vida adulta y ahí sí supe lo que era que me rompieran el corazón pero en serio.

 

Cuando murieron mis abuelas y mi padrino  (todos el mismo año) me sentía como zombi… caminaba, comía, vivía pero nada tenía sentido. Hay estudios que dicen que el dolor emocional se refleja en las tomografías, en el mismo lugar que el dolor físico y es cierto… me dolía el cuerpo, el estómago, el alma… lugares que no sabía que me podían doler me dolían; no podía pensar… 

 

Pasé ese año como en un sueño oscuro e interminable.

 

Hace poco escuché a alguien que decía que tenía el corazón tan roto por la pérdida de un ser querido que tenía ataques de ansiedad y aún no toleraba el contacto humano… y sí, algo así me pasó pero poco a poco empiezas a entender que la gente no regresa. 

 

Sí es doloroso, sí se siente de la mier…, si tienes ganas de escapar a otro mundo donde no haya pérdidas, pero la vida es así… tiene un inicio, una parte media y un final.

 

Después me volvieron a romper el corazón, una y otra vez… seguramente, yo lo hice con algunas personas (sin querer, lo juro) pero empecé a notar que era una constante y me di cuenta que era una bendición…

 

¿Queeeé? ¿Cómo que una bendición?

 

Sí, que se nos rompa el corazón es una bendición porque es una señal de que estamos en contacto con nuestros sentimientos y que tenemos la gran capacidad de amar y exponer nuestra alma a los demás.

 

La vulnerabilidad y el coraje que implica que podamos conectar con otro ser humano a ese nivel no tiene precio, aún a sabiendas de que ese ser humano está de paso en nuestras vidas… porque así es… nada ni nadie es para siempre, aunque hayamos hecho votos y aunque juremos amor eterno. Eso es una mentira romántica, muy linda, pero mentira a final de cuentas. Y si alguien logra estar por siempre con la misma persona es porque el amor ha evolucionado, ya no es un amor romático... es un amor maduro como dice Erich Fromm.

 

El grave problema de todo esto es que vivimos en un mundo en el que pensamos que todo es absoluto, que lo malo no va a pasar, que el dolor nunca se va a ir y que la gente va a estar con nosotros hasta el momento en que exhalemos el último aire de nuestros pulmones y no hay nada más errado que eso. Lo que hoy te agobia es temporal, a menos que te aferres a hacerlo permanente… lo que hoy te duele, mañana ya no te dolerá.

 

Y esa es la belleza de la vida… que es efímera. Cada momento es distinto y nos negamos por completo a aceptarlo. Aunque vayas todos los días al mismo trabajo o te quedes en casa a hacer las labores rutinarias del día… cada día hay algo nuevo, algo que cambia sutilmente, algo que no te esperabas. Ahí es donde radica la belleza, como dicen en “The Office” (la serie de NBC) “Hay mucha belleza en las cosas ordinarias, ¿no se trata de eso al final de todo?”

 

Por eso es que un corazón roto no es lo peor que te puede pasar, al contrario… un corazón roto es la maravillosa oportunidad de decirle al mundo que tan viva estás y qué tan lejos puedes llegar.

 

Esta página, por ejemplo, nació de un corazón roto que poco a poco se ha ido sanando a sí mismo, encontrando belleza en las cosas más sencillas y cotidianas de la vida.

 

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