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"Lo único que estaba mal en mi, era la creencia de que había algo mal en mi" -Glennon Doyle-

Hacer una pausa en tu camino de vez en cuando es bueno, no solo cuando las cosas van mal, sino también cuando las cosas caminan como a ti te gusta. 

 

Imagínate que estás  frente a un semáforo que te obliga a detenerte y te da la oportunidad de ordenar tu vida: ¿cuántos años tienes?, ¿cómo va tu vida en ese momento?, ¿cómo estás con tus hijos?, ¿y en el trabajo?, ¿con tu familia y amigos?, ¿has crecido en tu vida o estás estancada?, ¿tienes duelos no resueltos?, ¿resentimientos, rencores y culpas hacia otros?, ¿quieres y necesitas cambiar algo, ¿lo que parece bueno, realmente lo es?, ¿pasa lo mismo con lo que parece malo?

 

En estas pausas es cuando podemos hacer una recapitulación de los logros que hemos tenido y de aquellas cosas que nos han frenado, de tal forma que podamos empezar a ajustar el camino en caso de que sea necesario.

 

Lo que tú no hagas por ti, nadie lo hará. Tus padres, hijos, amigas o pareja podrán dar su opinión, decirte qué hacer frente a lo que se te presenta, pero la única que puede cambiar el rumbo de su vida eres tú.  Aún cuando pienses que “dependes” de alguien, las decisiones las vas tomando solamente tú a lo largo del tiempo, ya sea que tomes decisiones o decidas que alguien las tome por ti.

 

Por eso es importante que pienses cómo te gustaría verte en un año, qué percepción quieres que los demás tengan de ti, qué esperas lograr en tu vida.

 

Es importante tomar en cuenta las siguientes cuatro dimensiones de la persona, que dan pauta para crear un proyecto personal, y nos ayudan a desarrollarnos integralmente.

 

La primera es la dimensión física: Se trata de tu cuerpo. Solo tienes uno y debes cuidarlo balanceadamente para disfrutar de una buena salud y bienestar. Toma en cuenta tu alimentación, descanso, higiene, manejo del estrés y ejercicio. Esto te permitirá disfrutar de tu vida plenamente y toma en cuenta que el cuerpo es el que te permitirá disfrutar de tu experiencia por esta vida y aunque no tengas en mente que es importante, la calidad del cuidado que le des, también podrá inferir en la calidad de la experiencia que tienes en este mundo.

 

En segundo puesto se encuentra la dimensión Intelectual: Se refiere a tu mente. Así como nuestro organismo se beneficia o perjudica por lo que comemos o hacemos, nuestra mente se ve influenciada por lo que leemos, escuchamos o vemos. Ciertamente no es necesario que todo el tiempo estés ocupándote con lecturas, documentales y cosas muy “intelectuales” porque también es importante buscar espacios de descanso y aprovechar los momentos libres. Pero ten en cuenta que nuestro cerebro también envejece, por lo que debes mantenerlo activo y en forma.

 

La tercera dimensión es la psicológica: Aborda tu forma de ser. Todos nacemos con un temperamento, es decir ciertas características genéticas que nos distinguen de otros. Viene entonces el llamado carácter, que es el temperamento educado y desarrollado a partir de nuestras experiencias. No se vale escudarnos en esto y afirmar “así soy y que los demás me acepten; no puedo cambiar”.  Tenemos el deber de no dejarnos llevar por nuestros impulsos y pasiones para lograr un carácter que sepa relacionarse con los demás. Trabajar con nuestras emociones y sentimientos como hemos leído en otras entradas del blog siempre será importante al ocuparnos de nuestra dimensión psicológica.

 

Y finalmente tenemos a la dimensión espiritual: Se trata de tu alma y corazón. Aquí se encuentran los valores que rigen nuestra vida, así como el sentido o propósito que le atribuimos a nuestra existencia. Somos seres de varias dimensiones, lo que le pasa al cuerpo, afecta nuestra mente y alma; lo que aqueja al alma, repercute en cuerpo y mente. No podemos ni debemos separarlas. Por ello, el crecimiento que tenemos como mujeres se da en todos estos rubros de manera integral.

 

Llevar a cabo un proyecto de vida debe integrar las cuatro dimensiones y de preferencia trabajar en orden para poder tener una mejor calidad en los resultados que esperamos

 

Bueno, y cómo hago un proyecto de vida??

 

Es fundamental que para que esta reflexión no se quede en buenos propósitos, como sucede la mayoría de las veces, se establezcan acciones muy concretas y realistas en los diferentes ámbitos de tu vida. Plantéate un propósito: Debe ser concreto, realista, medible, eficaz, gradual y positivo.

 

¿Qué acciones debes llevar a cabo? Piensa en los pasos a realizar para

lograr tus metas. Escribe todo lo que se venga a tu mente y no dejes que solo se queden en ideas. Ponle fecha y revísalo al menos cada tres meses para hacer un recuento de lo que has logrado.

 

¡Comienza ya! No dejes que pase más tiempo. Si haces esto, puedes darle

rumbo y un más claro sentido a tu vida. Es tu oportunidad para cambiar aquello que no va tan bien y descubrir nuevas cosas.

 

Las investigaciones demuestran que las personas felices tienen, entre otras cosas, un proyecto de vida definido. Esta guía te permitirá alcanzar tus metas y sueños, pero sobre todo, lograr que tu vida tenga sentido. ¡Haz de tu vida un proyecto! Así aprovecharás cada momento intensamente, serás más feliz y harás más felices a quienes te rodean.



 

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