Hace unos días iba en el auto con mi hija de 18 años. Ella está estudiando psicología y es una chica extremadamente intuitiva y sensible para los temas del desarrollo humano, además es muy práctica. Íbamos platicando del divorcio y obviamente, salió el mio a colación.
Ella argumentaba que el divorcio debería ser más sencillo y que los involucrados deberían ser menos egoístas entendiendo que solo se trataba de una separación. Evidentemente ella tenía una postura diferente a la mía pero también muy relacionada por haber vivido de cerca el final de mi matrimonio.
La reflexión fue cambiando de lugar y en algún momento llegamos a la analogía de la gelatina.
A lo que me refiero con la analogía de la gelatina es que cuando vivimos una situación estresante, como un divorcio, la pérdida de alguien a quien amamos, la pérdida de un trabajo, la enfermedad de un ser querido, o cualquier otra situación que nos ponga en estrés intenso se siente a veces cómo si te estuvieras moviendo en gelatina… todo es pesado y denso alrededor.
Imagínate que estuvieras metida en medio de una alberca de gelatina y tienes que llegar de un lado al otro… ¿Te imaginas la cantidad de esfuerzo que eso implicaría?
Todo pasa en cámara lenta, te mueves despacio e incluso puede ser doloroso y sobretodo muy frustrante. Esto se siente igual cuando te estresas en exceso: no solo tienes que lidiar con tu dolor, tu frustración y tus propios conflictos… también tienes que lidiar con el exterior: con tu familia, hijos, pareja, la sociedad, incluso con absurdos estigmas y comentarios, y todo lo que esto representa.
Hasta respirar se te hace difícil. Hay quienes no toleran el contacto con los demás, otras personas se enferman. Y si no estás al pendiente esto puede llevarte a la depresión y salir de ahí es muy complicado.
Sin embargo; todo esto también puede tener beneficios y de eso se trata, de que siempre busquemos lo bueno aún en situaciones desesperadas.
Cuando te mueves de esa manera lenta puedes tener más tiempo para observar con calma lo que acontece a tu alrededor. Quizás al principio no te percates de ello, pero esto te dará una perspectiva diferente del problema. Ese “sobre análisis” que a veces haces sobre el problema, te puede llevar a verlo de una forma diferente, pero tienes que estar abierta a verlo así.
Si sientes que cada uno de tus días pasa muy despacio, entonces observa qué hay en cada uno de ellos, qué puedes cambiar para mañana o a mediano plazo, y qué puedes mantener.
Nadar en esta gelatina emocional, también fortalecerá tus “músculos emocionales”, te harás más sabia y más inteligente para afrontar los problemas. Irás descubriendo poco a poco qué es lo que te gusta y qué es lo que no te gusta de la situación que estás viviendo y con ello podrás establecer tus límites, tus negociables y tus no negociables.
Pero te repito, tienes que estar abierta. Si sigues viendo el problema como eso y no como una oportunidad de crecer… te vas a quedar atorada en la gelatina y esta se convertirá en un cemento rígido que te mantendrá atrapada para siempre.
Finalmente, también te va a nutrir… Tu corazón será más noble y compasivo, tu alma será más generosa, serás más inteligente y asertiva para tomar decisiones.
Los problemas son siempre una gran oportunidad de crecer y mejorar pero tienes que verlo así. Sí, van a ver momentos oscuros y difíciles pero son estos los que te hacen valorar los momentos felices. Nada pasa de manera aleatoria, todo tiene un propósito y ese propósito es que seas feliz… sí, aún los problemas y las crisis tienen como objetivo tu felicidad.
Si logras encontrar lo bueno en cada una de las dificultades de la vida, serás capaz de crecer y con ello alcanzar la felicidad. Ésta no es un estado permanente de dicha y gozo… es la capacidad de encontrar la belleza aún en las circunstancias más complejas.
La felicidad es un estado temporal… nadie es feliz todo el tiempo. Pero esos pequeños estados temporales, te harán capaz de disfrutar la vida al 100%
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